04/11/2012

La formación del jurista en la historia: Huarte de San Juan

¿Qué nos puede enseñar un médico español del siglo XVI?


1. Huarte de San Juan y el Examen de ingenios para las ciencias


Juan Huarte de San Juan, médico navarro, nacido en 1529 en Saint Jean de Pied de Port (a la sazón, población española), publicó en 1557 el libro Examen de ingenios para las ciencias*. El libro, fácil y entretenido de leer aún en nuestros días, está escrito con la libertad de pensamiento propia del humanismo renacentista, lo que, como era de esperar, le acarreó problemas con la Inquisición: el libro fue incluido en el Índice de libros prohibidos, de donde solo salió, en 1594, previa satisfactoria expurgación. Este libro, que se considera precursor de la psicología diferencial, tuvo en su época una enorme difusión, tanto en España como en Europa, y dicen que Cervantes lo tuvo como referente al denominar al Quijote "ingenioso hidalgo". Hasta bien entrado el siglo XX, la obra era de lectura bastante común (hay, por ejemplo, una edición de 1946 en Austral) y recuerdo, también, que Pío Baroja lo menciona en varios de sus escritos.


2. Ingenuidades divertidas (y no tanto)


Es una obra protocientífica, escrita con toda la ingenuidad propia de un librepensador bienintencionado, que toma como axiomas los escritos médicos o biológicos de Aristóteles o Galeno y, evidentemente, no se sujeta a los cánones modernos de experimentación científica. Algunas de sus páginas son sencillamente desternillantes, como las que contienen consejos eugenésicos sobre "las diligencias que se han de hacer para que los niños salgan ingeniosos y sabios" y que se refieren, sobre todo, a la dieta de los padres al tiempo de la concepción. Un par de ejemplos:
Y si quisieren tener algún hijo de grande memoria, coman, ocho o nueve días antes de que se lleguen al acto de la generación, truchas, salmones, lampreas, besugos y anguilas. 
De vaca, macho, tocino, migas, pan trujillo, queso, aceitunas, vino tinto y agua salobre , se hará una simiente gruesa y de mal temperamento. El hijo que desta se engendrare terná tantas fuerzas como un toro, pero será furioso y de ingenio bestial.
Menos divertidas resultan, pues desgraciadamente reflejan la posición de la mujer en su época, las consideraciones de Huarte de San Juan acerca de las habilidades intelectuales de la mujer:
Los padres que quisiesen gozar de hijos sabios y que  tengan habilidad para letras han de procurar que nazcan varones; porque las hembras, por razón de la frialdad y humidad de su sexo, no pueden alcanzar ingenio profundo. Sólo vemos que hablan con alguna apariencia de habilidad en materias  livianas y fáciles, con términos comunes y muy estudiados; pero, metidas en letras, no pueden aprender más que un poco latín, y esto por ser obra de la memoria. De la cual rudeza no tienen ellas la culpa; sino que la frialdad y humidad que las hizo hembras, esas mesmas calidades hemos probado atrás que contradicen al ingenio y habilidad.
Que pensara como hombre de su época no significa que Huarte fuera tonto. Véase esta muestra de racionalismo, no exenta de sorna:
También se cuenta por ahí que una señora parió un hijo más moreno de lo que convenía por estar imaginando en un  rostro negro que estaba en un guadamecil [=cuero labrado], lo cual tengo por gran burla; y si por ventura fue verdad que lo parió, yo digo que el padre que lo engendró tenía el mesmo color que la figura del guadamecil.


3. Los componentes del ingenio: las habilidades y la proporción en que son adecuadas a las distintas profesiones


Introducido el libro y su autor, vamos con la materia que se corresponde con el objeto de este blog.
En los capítulos VIII y siguientes de su libro, Huarte desarrolla toda una serie de consideraciones, de aroma "boloñés", sobre qué tipo de habilidades intelectuales son más apropiadas para las distintas profesiones, para lo que se fija en tres habilidades: la memoria, el entendimiento y la imaginación:
Las artes y ciencias que se alcanzan con la memoria son las siguientes: gramática, latín y cualquier otra lengua; la teórica de la jusrispericia; teología positiva; cosmografía y aritmética. 
Las que pertenecen al entendimiento son: teología escolástica; la teórica de la medicina; la dialéctica; la filosofía natural y moral; la práctica de la jusrispericia que llaman abogacía
De la buena imaginativa nacen todas las artes y ciencias que consisten en figura, correspondencia, armonía y proporción. Estas son: poesía, elocuencia, música, saber predicar, la práctica de la medicina, matemáticas, astrología, gobernar una república, el arte militar; pintar, trazar, escrebir, leer, ser un hombre gracioso, apodador, polido, agudo in agilibus, y todos los ingenios y maquinamientos que fingen los artífices; y también una gracia de la cual se admira el vulgo, que es dictar a cuatro escribientes juntos materias diversas, y salir todas muy bien ordenadas."
Huarte dedica  a las profesiones jurídicas todo un capítulo, el XI: "Donde se prueba que la teórica de las leyes pertenece a la memoria; y el abogar y juzgar, que es su práctica, al entendimiento; y el gobernar una república, a la imaginativa". Sus observaciones, pese a pertenecer a una profesión tan alejada de la jurídica como la médica, son agudas y, todavía hoy, atinadas.

Sigo su propia distinción entre el jurista teórico, el práctico y el político.


4. El jurista teórico


Refiriéndose, sin duda, al estudioso del Derecho, quizás catedrático universitario, Huarte contrapone la actividad de los médicos y la de estos letrados:
[...] los médicos no tienen letra a que sujetarse. Porque si Hipócrates y Galeno y los demás autores graves de esta facultad dicen y afirman una cosa, y la experiencia y razón muestran lo contrario, no tienen obligación de seguirlos. Y es que en la medicina tiene más fuerza la experiencia que la razón, y la razón más que la autoridad. Pero en las leyes acontece al revés, que su autoridad y lo que ellas decretan es de más fuerza y vigor que todas las razones que se pueden hacer en contrario.
De ahí concluye:
Lo cual siendo así, tenemos ya el camino abierto para señalar el ingenio que piden las leyes. Porque si el jurisperito ha de tener atado al entendimiento y la imaginación a seguir lo que dice la ley sin quitar ni poner, es cierto que esta facultad pertenece a la memoria, y que en lo que se ha de trabajar es saber el número de leyes y reglas que tiene el Derecho, y acordarse de cada una por sí, y referir de cabeza su sentencia y determinación, para que, en ofreciéndose el caso, sepan que hay ley que lo determina y de qué forma y manera. Por donde me parece que es mejor diferencia de ingenio para el legista tener mucha memoria y poco entendimiento, que mucho entendimiento y poca memoria. Porque si no ha de usar de su ingenio y habilidad, y ha de tener cuenta con tan gran número de leyes como hay, y tan desasidas unas de otras, con tantas falencias, limitaciones y ampliaciones, más vale saber de memoria qué es lo que está determinado en el Derecho para cada cosa que se ofreciere, que discurrir con el entendimiento de qué manera se podría determinar; porque lo uno es necesario, y lo otro impertinente, pues no ha de valer otro parecer más que la determinación de la ley. Y, así, es cierto que la teórica de la jurispericia pertenece a la memoria, y no al entendimiento ni imaginativa.


5. El jurista práctico


En los juristas prácticos, como el juez o el abogado,  la habilidad más importante no es la memoria, sino el entendimiento:
[...]si hay más negocios, que leyes, es menester que en el juez o en el abogado haya mucho entendimiento para hacerlas de nuevo, y no de cualquiera manera, sino que, por su buena consonancia, las reciba sin contradicción el Derecho. Esto no lo pueden hacer los letrados de mucha memoria, porque si no son los casos que el  arte  les  pone  en  la  boca  cortados  y  mascados,  no  tienen habilidad para más. Suelen apodar al letrado que sabe muchas leyes de memoria al ropavejero que tiene muchos sayos cortados a tiento en su tienda; el cual, para dar uno a la medida del que se lo pide, se los prueba todos, y si ninguno le asienta, despide al marchante. Pero el letrado de buen entendimiento es como el buen sastre, que tiene las tiseras en la mano y la pieza de paño en casa; el cual, tomando la medida, corta un sayo al talle del que sed lo pide. Las tiseras del buen abogado es el entendimiento agudo, con el cual toma la medida al caso y le viste la ley que lo determina, y si no la halla entera y que en proprios términos lo decida, de remiendos y pedazos del Derecho le hace una vestidura con que defenderlo.
Es verdad -reconoce Huarte- que mal podrá el jurista práctico aplicar su entendimiento "si la memoria no le pone delante todo el Derecho", pero, aun así, "es mejor que el abogado tenga mucho entendimiento y poca memoria, que mucha memoria y poco entendimiento". La primera justificación de esta conclusión:
[...]para la falta de la memoria hay muchos remedios, como son los libros, las tablas, abecedario y otras invenciones que han hallado los hombres; pero si falta el entendimiento, con ninguna cosa se puede remediar.
La segunda explicación que ofrece es más compleja pero no menos interesante:
[...] dice Aristóteles que los hombres de grande entendimiento, aunque son faltos de memoria, tienen mucha reminiscencia, con la cual, de lo que una vez han visto, oído o leído, tienen cierta noticia confusa, sobre la cual discurriendo, la vuelven a la memoria. Y puesto caso que no hubiera tantos remedios para representar todo  el Derecho al entendimiento, están las leyes fundadas en tanta razón, que los antiguos, dice Platón, que llamaban a la ley prudencia y razón, por donde el juez o el abogado de grande entendimiento, juzgando o aconsejando, aunque no tuviese la ley delante, erraría pocas veces, por tener consigo el instrumento con que los emperadores hicieron las leyes. Y, así, acontesce muchas veces dar un juez (de buen ingenio) una sentencia sin saber la decisión de la ley, y hallarla después escrita en los libros. Y lo mesmo vemos que acontesce a los abogados cuando alguna vez dan su parecer a tiento.


6. El político


En el político -piensa Huarte- no son determinantes ni la memoria ni el entendimiento, sino la imaginación:
[...]en esto hay un secreto muy grande, y es bien que la república lo sepa. Y es que hay letrados que puestos en la cátedra hacen maravillas en la interpretación del Derecho, y otros en el abogacía; y poniéndoles una vara en la mano, no tienen más habilidad para gobernar, que si las leyes no se hubieran hecho aquel propósito. Y por lo contrario, hay otros que con tres leyes mal sabidas que aprendieron en Salamanca, puestos en una gobernación, no hay más que desear en el mundo. Del cual efeto están admirados algunos curiosos, por no atinar la causa de dónde pueda nacer; y es la razón que el gobernar pertenece a la imaginativa, y no al entendimiento ni memoria. 
Y que sea así, es cosa muy clara de probar considerando que la república ha de estar compuesta con orden y concierto, cada cosa en su lugar, de manera que todo junto haga figura y correspondencia; y esto hemos probado muchas veces atrás que es obra de la imaginativa. Y no sería más poner a un gran letrado por gobernador, que hacer a un sordo juez de la música.


7. Leyendo a Huarte hoy 


Uno de los momentos felices del lector se produce cuando, leyendo una obra cuyas coordenadas temporales o territoriales son distintas a la suya, alcanza una sintonía con el alejado escritor, con quien descubre compartir sentimientos, ideas, sentido del humor... Nada hay que fomente más el humanismo que leer lo diferente.

Naturalmente, una obra como la de Huarte es hija de su tiempo y, como hemos visto, asume axiomáticamente la mayor parte de la cultura greco-latina hallada y tan bien recibida en estos siglos renacentistas. Visto desde nuestros días, llama también la atención que Huarte considere que las habilidades son esencialmente connaturales y no conformables mediante la educación (en realidad, lo que más preocupa a Huarte es la alimentación e higiene del niño dotado de ingenio). 

El análisis de la proporción deseable de las tres capacidades básicas -memoria, entendimiento e imaginativa- en las profesiones jurídicas, en cambio, me parece todavía hoy sugerente, tanto para el estudiante como para el profesor universitario.

La profesión que Huarte denomina de "jurispericia teórica", exigida en su época por la escasa publicidad de las fuentes del Derecho y el predominio del casuismo romano-justinianeo, puede considerarse hoy en vías de extinción, si no extinta: Google y las bases de datos han aventado sus últimas cenizas. El investigador del Derecho se sitúa hoy a medio camino entre la jurispericia práctica -en cuanto que sus principales tareas son procedimentales: análisis, comparación, interpretación, inferencia, etc.- y la política -en cuanto que no debe hurtarse a los análisis de policy, donde confluyen lo político y lo económico-. En cuanto al estudiante del grado de Derecho, también su formación se orienta a las dos últimas profesiones: la jurispericia práctica -en cuanto debe formarse en las competencias básicas de las profesiones jurídicas- y la política -en cuanto debe conjugarse esta formación aplicada con la capacidad para ser un ciudadano crítico-.

Resituado así el mundo de las profesiones jurídicas, profesores y estudiantes recibimos de Huarte dos mensajes que considero hoy plenamente vigentes:

  1. Siendo importante en el jurista -y en la formación del jurista- la memoria de las normas, mucho más importante es el entendimiento, es decir, la capacidad "procedimental" de resolver de forma autónoma un problema jurídico.
  2. En una visión más "macro" de las profesiones jurídicas, el investigador y el estudiante que no quieran pertenecer al pelotón de los sumisos deben aplicar ¡la imaginación! La imaginación, esa combinación de "figura, correspondencia, armonía y proporción", esa capacidad de abrir el campo de mira del análisis jurídico, forma parte de las habilidades del jurista moderno, como, según Huarte, de la poesía, la milicia y los juegos, como el ajedrez.



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*El título literal era: Examen de ingenios para las sciencias. Donde fe mueftra la diferencia de habilidades, que ay en los hombres; y el genere de letras, que a cada vno refponde en particular. Puede encontrarse aquí en pdf o en varios formatos en esta página de Internet Archive

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